Han pasado ya varias semanas que se nos han hecho muy, muy cortas. Hicimos una visita a Panamá City y conseguimos los repuestos y los talleres que necesitábamos. Nos pudieron revisar los alternadores (que estaban bien) pero se quedaron para terminar la pieza del generador. Hemos tenido mucha suerte en el viaje y nos hemos encontrado a gente espectacular por el camino. Con Romel, en República Dominicana, estamos en deuda de por vida. Aquí hemos encontrado a gente fantástica como Enrique, Pablo, Luiso, Ornella, Carolina, Roberto, Sebastiano y muchos más. Destaco a Álvaro Guzmán. Un personaje simpatiquísimo e incansable que conoce a todo el país sabe con quién hay que hablar para cualquier tema, y consigue siempre lo que quiere.
Gracias a Álvaro fuimos a tiro hecho y nos han resuelto todo en poco tiempo. Enrique, canario de Tenerife, nos ha conseguido bidones con una capacidad de 800 litros de gasoil que seguro que nos va a hacer más sencillo el regreso a Tenerife. Sinceramente, no veo la necesidad de repetir el tener que estar a 400 millas de Terranova, y esos bidones van a ser un lujazo.
Dedicamos el tiempo en Linton a terminar de reparar las cosas a medida que íbamos teniendo el repuesto. Linton es un paraíso, tuvimos varias cenas memorables, pero siempre he tenido la sensación de estar allí obligado, o por la pandemia, o por necesitar hacer reparaciones. Estábamos deseando irnos de allí, pero dependíamos del generador y de la auxiliar que estaba pinchada.
Para el generador contactamos con un francés que conocíamos del año pasado. El problema era que el capacitador se había desmagnetizado y no era capaz de excitar a la bobina. Este es el tipo de lenguaje que cuando lo emplea un francés suena hasta bastante bien. Nos la jugamos a excitarlo mediante dos descargas eléctricas directas de esas que bajan la tensión de todo el barco, como en las películas. Milagrosamente, comenzó a cargar. De todas formas, supongo que el capacitador, por la edad, no se excita lo suficiente (sólo 23 pF) y tenemos que comprar uno con la vitalidad suficiente (40 pF).
El arreglo del dinghy fue un poco más gratificante. Fuimos a un sitio cercano llamado Panamarina para hablar con otro francés que los arregla, y aprovechamos para comer un entrecot espectacular. Panamá no es barato, pero tampoco es caro. Uno puede comer por unos 5-7 dólares un plato de arroz con leche de coco, un poco de ensalada, y un trozo de pollo, pescado u otra cosa. No solemos comer mucho fuera, entre otras cosas porque nos gusta cocinar y en el barco se está muy, muy bien. Pero…lo de los entrecotes, fue algo de lo que aún se nos saltan las lágrimas.
El caso es que un lunes a las 9:00 iba a estar el dinghy, venía Álvaro Guzmán a hablar con nosotros, repostábamos en la gasolinera y nos íbamos. La idea era salir a las 11 y salimos a las 13:00. Como además había poco viento ya no pudimos llegar hasta la embocadura del Río Chagres, optamos por fondear en Colón.
Panamá oficialmente no tiene ejército (al igual que Costa Rica), pero fondeamos justo delante de un sitio donde se oía gente haciendo ejercicio y la típica cancioncita de ta, ta, ta, ta, ta, ta..ta……Supongo que sería la aeronaval que viene a ser lo mismo que la Marina.
La vez anterior había bastantes veleros fondeados, esta vez no había ninguno. Puesto que Colón es bastante peligroso, optamos por cerrarnos de verdad y candar todo.
No tuvimos ningún problema y, al despertar, ya nos fuimos para el Chagres. La entrada es un poco complicadilla, hay que pasar pegado a una pared puesto que a estribor se ve perfectamente un arrecife.
Una vez entras en el río…la misma sensación que ya hemos tenido en multitud de ocasiones. Qué pasada!!!! Tener la opción de remontar con el Arabela un río es algo que escapa a toda lógica. Hace apenas 3 años, nunca hubiéramos pensado en que esa posibilidad pudiera existir. Es una sensación increíble, ir navegando entre meandros, sin saber lo que espera en la siguiente curva y rodeado de una selva superfrondosa. Nuestro objetivo era ver los cocodrilos, que por lo visto abundan a lo largo del río, pero no conseguimos verlos. A cambio, tuvimos una de las mejores noches fondeados, escuchando la selva en un lugar en el que no se movía absolutamente nada. Realmente, fue uno de esos momentos emocionantes en los que piensa, ¿cómo hemos conseguido llegar hasta aquí? Uno se siente muy afortunado.
Por supuesto nos bañamos, incluso varias veces. Pero en honor de la verdad, podemos decir que el tiempo en el agua no fue muy prolongada. Digamos que lo que viene siendo saltar al agua y salir cagando leches.
Al día siguiente aprovechamos que pasábamos por debajo del Fuerte de San Lorenzo, donde hay un pequeño embarcadero, y decidimos parar para dos cosas. La primera es desenredar un cabo que habíamos pillado con la hélice y la segunda ver el Fuerte.
El cabo lo pudo quitar Francisco a pesar de que desde arriba lo jaleábamos con un tranquilizador ¡¡¡cuidado con el cocodrilo!!!.
La visita al Fuerte no nos salió tan bien. Cuando llegamos arriba vimos que estaba reconstruido y había que pagar entrada (y no llevábamos nada de plata). Eso sí, vimos una iguana tomando el sol en un árbol.
Salimos del Chagres y navegamos toda la noche hacia la Isla de Escudo de Veraguas. Es curioso como el estar nublado influyó en que ya no me pareciera tan increíble como hace justo un año. Es una auténtica maravilla, pero esta vez sí que había bastantes familias viviendo allí y ya no era lo mismo. Hicimos una excursión con el dinghy de un par de horas hasta que ya nos era imposible seguir dando la vuelta a la isla por las olas y decidimos volver.
Tuvimos visita del Ministerio de Medio Ambiente (sin consecuencias) y de repente vimos que desde muy lejos se veía un puntito negro que parecía una piragua indígena.
Algo más de una hora después, ya se distinguían tres personas remando. Y bastante después se nos acercaron al barco ofreciéndonos 3 langostas por 10 dólares que les compramos.
Desaparecieron también por el horizonte sin acercarse a la isla. Nunca entendimos ni de dónde venían ni adónde se fueron porque estábamos en una isla bastante separada de tierra y con un mar bastante incómodo.
Y aquí quería llegar. Lo del mar incómodo se convirtió en la peor noche de mi vida en un barco. El mar estaba bastante en calma, pero con mar de fondo. De vez en cuando venían tres o cuatro olas seguidas de costado que daban unos tirones tremendos a la cadena y parecía que iban a volcar el barco (un catamarán).
Apenas había cobertura por lo que por la mañana probamos a subir el móvil al mástil (no funcionó). Por la tarde, daba unos castañazos tremendos, y tuvimos que subir a bajarlo
Sobre las 3 nos encontramos Iván y yo durmiendo en los sofás porque ninguno aguantaba ya en su camarote. A las 5 oímos un ruido tremendo y la sensación de que la cadena estaba cayendo al agua. Aunque era noche cerrada sin luna, hay varios bajos peligrosos, teníamos mi recorrido del año pasado y decidimos irnos de allí hasta las narices.
Unas 5 horitas hasta la primera entrada de Bocas del Toro y cambió todo. Bocas es una maravilla para navegar. Es como una gran laguna con varias entradas pequeñas, por lo que el mar está totalmente en calma. Como tenía el recorrido del año anterior, simplemente fuimos copiando la trayectoria. Decidimos fondear en uno de los sitios que el año pasado no me gustó porque no tenía internet (antes de descubrir las historias para poder tenerlo).
La noche fue estupenda: protegidos, fresquitos por la brisa y en un paraje brutal. Por la mañana pusimos rumbo despacito hacia Bahía Saigón donde fondeamos junto a la casa de Ángelo y Enrica.
A partir de aquí estamos teniendo unas auténticas vacaciones. Estamos disfrutando de la compañía de esta gente que realmente es un amor. Además, tenemos a Danielle, Elena y Ricardo con los que llevamos ya alguna fiestecilla.
Estaba seguro de que a Francisco e Iván les iba a encantar esto, pero es que realmente es un lujazo disfrutar de este entorno con esta gente
Javi como disfruto leyendo tus notas. Ya sabes q luego vendrán las preguntas. Una anotación en apunt han retomado los de valencians pel mon