Soltamos amarras, repostamos, pasamos por inmigración. Había poco viento y además en contra, me sirvió como excusa perfecta para ir con dirección a La Habana con el barco (el resto de la tripulación tiene ya asumido que cuando me empeño en algo…siempre encuentro la excusa). Quizá desde más cerca aún sea una ciudad más bonita, pero teníamos por delante 3.000 millas hasta Azores. Nos acercamos un poco hasta ver el malecón y como tampoco podíamos entretenernos más, pusimos rumbo a la costa de Florida.
En un momento dado pudimos y sacar velas, más adelante estábamos sobre la corriente del golfo, y cuando llegamos a la esquina de Florida, y pudimos tener un viento más favorable, empezamos a volar a velocidades de 8-10 nudos. Una auténtica gozada tener buen viento y sobre todo una corriente que te empuja con 3-4 nudos adicionales.
Aquí, nos pusimos en manos de mi amigo Manolo. Él va diariamente estudiando la meteorología, ve con nuestro sistema satelital nuestra posición y velocidad y va realizando cálculos, bastante complejos, para estimar la posición donde podemos encontrarnos los siguientes días y la evolución que va a tener la meteorología.
Teníamos dos opciones, o seguir hacia el N paralelos a la costa de EE.UU. subiendo aproximadamente hasta Jacksonville, y de ahí rumbo E a Bermudas o, una vez pasadas las Bahamas, poner rumbo NE hacia Bermudas.
Antes siquiera de salir de Valencia, ya le conté a Manolo que mi intención era llevar muuuchos litros de gasoil para poder hacer aproximadamente 1.500 millas a motor si fuera necesario. La idea era poder ir por la zona de calmas subiendo hacia el N si nos quedábamos sin viento y tener gasoil suficiente para escapar de cualquier problema. Decidimos hacer el trayecto “más seguro” poniendo NE desde Bahamas.
Habíamos pensado parar en la isla Grand Bahama al norte del archipiélago. Llegamos allí con la idea de tener whatsapp un rato, fondear, pasar la noche y seguir: Manolo nos recomendaba no estar mucho tiempo puesto Eque se iba a formar una borrasca a la altura de Bermudas y mejor intentar esquivarla.
Fuimos a fondear y el ancla no agarraba bien. Al tercer intento, Francisco bajó a mirar y el ancla estaba encima de lo que parecía arena desde el barco, pero era una superficie rocosa, por lo que no estábamos seguros.
Decidimos cambiar de sitio a uno que estaba indicado en la carta, allí el ancla clavó solamente “la puntita”. No estábamos tranquilos, pero decidimos comer y luego continuar trayecto.
Mientras comíamos cambió el viento y ya fue comer rápido, levantar fondeo, y marcharse.
Salimos navegando a vela buscando la corriente y entrar en el atolón por un huequito que nos permitía acortar unas 50 millas. El viento estaba cambiante y casi de morros pero sobre las 2 de la mañana estábamos ya en el océano Atlántico.
A partir de aquí es una rutina diaria de amaneceres y atardeceres, decidir que comer (en función de lo que se va a estropear antes), leer y enviar mensajitos por el satelital, estudiar las indicaciones que nos va dando Manolo sobre la ruta, ajustar velas, cielos nocturnos impresionantes y arreglar las cosas que se nos van rompiendo.
Al poco de salir de Bahamas, Manolo ya nos advirtió que estaba formando una borrasca importante en las Bermudas y que mejor ni acercarnos. Anduvimos a motor durante tres días. Generalmente, navegamos con un solo motor (el catamarán lleva un motor en cada uno de los patines). Si no hay corriente, la velocidad de crucero con 2 motores es de 7-8 nudos mientras que con un motor vamos a 5,5-6 nudos, pero consumiendo la mitad.
Por ello vamos alternando los motores dependiendo de las horas de cada uno, carga de las baterías, la molestia para Jonny que duerme en el camarote de popa, etc…
Pues fuimos alternando hasta que el de estribor decidió no arrancar. Ni desde dentro con la llave, ni desde bajo con el botón, ni conmigo y los alicates.
Al día siguiente desmontamos el motor de arranque y vimos que había roto parte del rotor, imposible arreglarlo en el barco.
Con actitud positiva, no hay problema. Seguimos teniendo dos velas y otro motor. Incluso si se rompiera el motor de babor, podría quitarle el motor de arranque, montarlo en el de estribor y seguiríamos.
Igual que el año pasado, imposible pescar. El mar está lleno de sargazos, tal cual tiras la caña, se enganchan y hay que recoger para limpiarlo.
Cuando el viento es flojito y no andamos casi, ponemos el gennaker que siempre es una fiesta (es una de mis herramientas favoritas de generación de estrés). Si por ejemplo vamos a vela a 4 nudos con viento de aleta, con el gennaker se puede ir a 6 o 7 fácilmente y sin dar golpes las velas (gualdrapear).
Esto es sí hasta que una noche empezó a subir el viento y decidimos bajarlo. Tuvimos que despertar a Francisco que el pobre estaba durmiendo. Vimos que uno de los cabos existentes para bajar el calcetín se había quedado pillado por un portillo, avisamos a Francisco para que lo liberara y bajó a su camarote para hacerlo.
Supongo que mientras Francisco bajaba, el piloto automático se pondría a pitar como loco porque estaba perdiendo el rumbo, pero ninguno lo oíamos hasta que sentimos el resultado.
El barco trasluchó (recibíamos el viento por popa por el costado de estribor y empezó a recibirlo por babor).
Resumiendo, 2:00 de la madrugada, viento “decente”, gennaker enrollado en el estay y enganchado con las crucetas, la botavara no pasó de un lado a otro porque estaba bien sujeta con una retenida, pero el grillete que sujeta el puño de escota se partió en 2 (está calculado para resistir unos 2.200 kgs.) con lo que la vela mayor iba dando barridos por encima de nuestras cabezas totalmente suelta.
Como todos los tontos tenemos suerte, pudimos recoger la mayor, ir corrigiendo el rumbo poco a poco, bajar el gennaker y continuar la noche a motor sin necesidad de romper nada más.
Como la rotura del grillete ya nos había pasado en Panamá y los tornillitos para cambiarlo habían sido reemplazados, pudimos cambiarlo al día siguiente sin demasiado problema y así poder volver a sacar la mayor.
Un par de días más tarde, volvimos a poner el gennaker y pudimos comprobar que no se había roto nada, lo cual sirvió para congratularnos. Íbamos navegando tan ricamente cuando se oyó; grushhhushushushs. Y resultó curioso mirar donde segundos antes había un precioso gennaker de casi 130m2 y ahora no había nada. Cuando la vista se acostumbró, sí vimos que realmente ahora había dos trozos. Uno arriba sujeto al tope del mástil y otro bajo, pululando en plan ninfa. Nuevamente, la diosa Fortuna se apiadó de nuestras alma y mantuvo las dos piezas sujetas por los dos bordecitos de la vela (una cintita de apenas 2cm.)
Nuevamente festival para bajarlo intentando que no cayera al agua, que no se partiera en dos totalmente, etc…
Cuando terminas, te quedas con las ganas de haber hecho fotos o vídeos de cada una de las desgracias, pero en el momento resultaría como un poco gore dedicarte a hacer fotitos en vez de solucionar los problemas antes de que sean aún mayores.
Otro tema que genera expectación es el de la comida. En la Marina El Cid compramos, entre otras cosas, 19 kg. de patatas, verduras, hortalizas, frutas, etc. Encargamos 12 entrecots (Sirloin) de unos 3 cm. cada uno, de forma que con cada uno pudiéramos comer los 3. Pedimos que nos los congelaran junto con 5 pollos. Con eso en el congelador, prácticamente teníamos cubierta toda la alimentación del viaje.
Y aquí quería llegar yo…congelador. Si pensamos que salimos a Cuba, volvimos, estuvimos más de dos semanas en Isla Mujeres, volvimos a salir, etc…y sumamos que el denominado congelador, no lo es…pues os imagináis.
Lo que más olía era el pollo. Los dos últimos los tuve que hacer al mismo tiempo. Tengo que decir que si les pones mucha pimienta, mucho curry, cúrcuma, tomillo y de todos los botes que encuentras por ahí (incluido canela), sale bastante bueno.
Una vez hecho, calculamos que podía aguantar como 5 días más. Lo gastamos en ensalada, y en un intento infructuoso de hacer croquetas (la harina ya se había acabado).
A cambio de mis desastrosas croquetas, Jonny preparó unos fish cakes espectaculares con salmón ahumado
Pero mientras íbamos comiendo pollo, los entrecots iban cambiando de color (al estar al vacío no cambia el olor) por lo que prácticamente todos los días hemos comido o pollo o entrecot. Sé que parece raro, pero hemos cruzado el Atlántico y ¡¡¡¡estamos hartos de comer unos entrecots que están espectaculares!!!
A 3 días de llegar de Horta, un resumen de la despensa vendría a ser:
- Queda sólo un entrecot!!! (yupiii)
- 7 cervezas. Esto, personalmente, lo llevo muy mal. Quizá necesite ayuda psicológica en un futuro
- 5 Botellas de vino. Tengo que decir que hemos terminado las 170 botellas que compramos en Mercadona con la intención de ir regalando en los puertos (y así lo hicimos con 7 u 8 de ellas) y sólo nos queda 1 Tinto Pesquera, 2 Condado de Haza, 1 Protos, 1 Coto de Imaz. La de Matarromera nos la bebimos ayer
- Salmón ahumado espectacular que nos regalaron Enrica y Ángelo. Quedará como 1/3 de un paquete de esos enormes que miden más de medio metro
- 38 huevos. Hay 5 que se han quedado a vivir congelados en el hielo del fondo de la nevera, me temo que seguirán ahí hasta que podamos descongelarla
- Y arroz, pasta, legumbre, tomate frito y latas para mantener a toda la selección española durante un mundial (aunque pasen cuartos)
2 días antes de llegar, me despierta Jonny y me dice que el motor hace un ruido raro. Salgo a ver y veo que el alternador está dando golpes contra la escalera mientras da chispazos. Como son las de la mañana, ponemos velas y, despacito a 3 nudos, vamos haciendo camino.
Me vuelvo a acostar, pero no me puedo dormir pensando que tenemos un buen marrón. Un motor no funciona porque no tiene motor de arranque y al otro no sé lo que habrá pasado, pero me huelo que toca jornada de mecánica al levantarse.
Al final sólo se había partido la carcasa del alternador, como de ese tenemos uno de repuesto, pudimos montarlo y a funcionar. Eso sí, no marca el cuentarrevoluciones y al rato dejó de cargar.
Para celebrarlo cenamos una tortilla de patata con las últimas 5 patatas, la penúltima cebolla y 8 huevos (somos de la tortilla con cebolla y jugosita. La tortilla es así y punto).
La última comida a escasa 70 millas de Horta fue por fin, un platazo de garbanzos. Para acompañarlo tocó Protos.
Durante toda la travesía hemos tenido contacto con los amigos croatas. Ellos optaron por la trayectoria más rápida subiendo por la costa E de EE.UU. a Jacksonville y a continuación haciendo rumbo E hacia las Azores.
Tal y como Manolo tenía claro que pasaría, se comieron un buen temporal con vientos de 55 nudos. Posteriormente también tuvieron vientos bastante duros. Al fin y al cabo, ellos han sido contratados para llevar el barco a Suecia. Por supuesto se juegan la vida, pero digamos que la preocupación es…diferente.
Hemos estado en contacto con ellos a lo largo de todo el viaje y obviamente han ganado, a pesr de que no van a hacer escala en Horta y siguen hacia Europa. Es una pena, porque nos habría encantado invitarlos a una cerveza en el Bar de Peter, pero a cambio dejo el mensaje que nos escribió Oleg por el Garmin y ha servido de título al post:
«World is a small place so I’m not worried for those beers. You have my number and the invite to Croatia still stands.
Oleg«
Al tener cobertura recibí un mensaje de los franceses para ver si este verano podemos hacerles una visita a su casa en la Riviera Francesa.
No me cansaré de repetirlo; este viaje ha cambiado mi forma de entender lo que significa viajar. Es importante el destino, lo que se va a ver, lo que se siente, pero nada comparable con las personas a las que se conoce y las relaciones que se establecen. Creo sinceramente que es lo que nos ayuda a crecer.
A los 23 días de partir de Marina Hemingway en Cuba, y recorridas 3.087 millas, fondeamos en las Azores concluyendo la etapa más larga y complicada.
Menudo lobo de mar estás hecho!! Esas comidas tienen muy buena pinta!!! Enhorabuena por completar la etapa reina sin «casi» incidentes!!
Ahora ya solo queda el descenso. Eso lo tenéis chupado!! Go go go!!