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Begin the Beguine

Esta preciosa canción del inigualable maestro Cole Porter nos permite empezar haciendo un spoiler. No estamos en Cuba sino otra vez en Isla Mujeres. Conseguimos la documentación del Zarpe de casualidad. Fuimos a Capitanía, rellenamos 192 formularios y nos dispusimos a ir al banco a pagar la tasa. En el primer banco nos dijeron que en ese no se podía pagar, fuimos al segundo y allí nos dijeron que sí, pero que se había caído el sistema y que fuéramos a otro. En éste, no nos dejaban entrar a los tres, no se podía hablar ni escuchar por el móvil, para repasar la cuenta había que apartarse a la ventanilla de al lado…pero pudimos hacer el pago. Volvimos a Capitanía y fue una especie de…que pena contigo. Resulta que el lunes día 10, se celebra en México el día de la madre (que eso es fantástico), que están todos los sitios abiertos y hay bastante celebración, todos menos…inmigración. Es decir, que no podíamos salir de México legalmente porque Inmigración cerraba por ser el día de la madre. Como en nuestro caso, estábamos unos 5 barcos. Uno de ellos capitaneado por otro español y tocayo mío.

Cuando ya habíamos abandonado la esperanza de zarpar y nos había acogido en su seno un cubo de 5 cervezas fresquitas en hielo, el español nos dijo que a las 12:30 iba a abrir inmigración y podríamos salir.

Realmente fue un poco más tarde cuando capitanía nos dio los papeles (me suena 2 cubos, pero no lo recuerdo bien) y fuimos a inmigración. Allí una mujer superamable nos dijo que estando de día libre la habían llamado porque éramos muchos los que queríamos salir. Nos explicó la importancia de salir antes de 48 horas porque si no nos podían multar. Le dijimos que nos íbamos de inmediato y así lo hicimos.

Llegamos al Arabela, en tiempo récord subimos motor y zodiac, y partimos rumbo a Cuba.

A pesar de tener el viento de través, no éramos capaces de poner rumbo directo y nos íbamos más al norte de lo que tocaba. Además, íbamos muy, muy rápidos, por encima de los 9 nudos casi todo el tiempo. Para la velocidad siempre encontramos argumentos; como se nota la limpieza del casco que hicieron Francisco y Andrés en Cancún, que maravilla las hélices plegables, que bien trimadas que están las velas.

Camino a Cuba

Todas estas bondades se van al carajo cuando dimos un bordo hacia el sur y la velocidad pasó a ser de 3-4 nudos. El mar es la mejor herramienta que conozco para dar curas de humildad, vanidad, o soberbia. Te corrige la tontería a guantazos, pero dados con las dos manos y las palmas abiertas.

La razón de estas velocidades, rumbos, etc, es simplemente las fuertes corrientes de alrededor de 2 nudos que si te vienen bien vas de coña y si no, son un suplicio.

Gráfico de corrientes

Después de una noche un poco coñazo, porque entre viento y corrientes costaba mucho acercarse a la isla, volvimos a dar un bordo a ver si íbamos mejor y…sorpresa. El enrollador del Génova no funcionaba. El enrollador, como su nombre indica, sin lugar a duda, enrolla.

Permite que la vela se enrolle sobre si misma y quede recogidita y guardadita. Esa es una de las funciones, pero la más importante es permitir hacer la vela más pequeña cuando el viento aumenta. Esto es fundamental para tener un equilibrio entre la fuerza del viento y la cantidad de vela que se lleva izada. En los equipos de regatas se suelen llevar velas de diferentes tamaños que se van cambiando, dependiendo de las condiciones de viento y el riesgo que se quiera asumir. En nuestro caso era simplemente una locura cruzar el Atlántico con esa rotura que impedía recoger la vela.

En Cuba tenemos la suerte de haber contactado con el Comodoro Escrich. De casualidad lo localicé por Internet, y posteriormente he visto que es una persona de referencia para personas como Álvaro de Marichalar, el Harbour Master de la Marina el Cid, y una gran parte de la comunidad de navegantes que ha estado en Cuba. Llevo muchos meses hablando con él, y “negociando” nuestra entrada en Cuba. La situación allí es tremendamente difícil, la unificación de la moneda aún lo ha complicado mucho más y es un país en el que apenas hay de nada, todo es carísimo y prácticamente es ciencia ficción la posibilidad de obtener algún repuesto.

Entre estas negociaciones, el comodoro ha hablado con las autoridades para permitirnos llevar el avituallamiento suficiente para cruzar el Atlántico. Las normas impiden introducir ningún tipo de alimento en Cuba, con la salvedad de que a fecha de hoy es prácticamente imposible encontrar apenas nada después de pasar muchas horas de cola. Si después de las horas de cola se consigue algo, es a precios desorbitados. Como curiosidad pongo el enlace de lo que cuesta tener internet en Cuba http://www.etecsa.cu/internet_conectividad/internet/, aproximadamente 2.000 dólares al mes una conexión parecida a la que cualquiera tenemos en casa por 30-50 €. En principio, podemos llegar con los alimentos necesarios para el cruce siempre y cuando no los saquemos para consumir fuera del barco.

Llevábamos 100 millas desde Isla Mujeres, estábamos a unas 30 de Cuba y a unas 180 de Marina Hemingway, nuestro destino. Había que tomar una decisión arriesgada: llegar a Cuba, confiar en que podríamos desmontar la pieza, encontrar un tornero (que seguro que hay) y que podría hacernos la pieza, o intentar regresar a México antes de las 48 horas de plazo y ver qué pasaba.

Con mucho dolor de mi corazón elegimos la segunda opción. Dimos media vuelta y fue otra noche para volver, pero ahora con la corriente en contra.

Ida y vuelta hacia Cuba

Tuvimos que poner motor para intentar llegar antes de las 48 horas. Para el que no haya leído el post anterior hago un pequeño recordatorio acerca de que en México está prohibido entrar con carnes de cualquier tipo, verduras, frutas, arroz, cereales, pastas y muchas cosas más. Y lo más grave es, que por cada lata de cerveza, botella de vino y/o cualquier botella de esas que llaman digestivo (me encanta ese eufemismo) hay que pagar unos impuestos que superan el precio del propio producto.

No soy capaz de recordar con lucidez el número exacto de latas, botellas, etc, que llevábamos con el objeto de cruzar el Atlántico…pero es probable que superara el exiguo número de 2 latas por persona.

Lo que sí recuerdo es algo así como 5 pollos congelados, 12 entrecots (para 3 personas cada uno), 10 kilos de naranjas, 7 de manzanas, 18 kilos de patatas, 5 de cebollas, etc…

Si llegábamos antes de las 48 horas inventaríamos algo. Si pasaban las 48 lo teníamos…feo. Por si acaso, apagamos el AIS. Este es un dispositivo que funciona de forma similar a los transpondedores de los aviones y permite que otros barcos (y las autoridades de los países) te localicen y sepan tu posición, rumbo y velocidad.

Llegamos sin problemas a las 8:00, rápidamente bajamos el dinghy, pusimos el motor y los 3 hacia capitanía. Allí simplemente comentamos que habíamos tenido una rotura y que no podíamos salir del país tal y como teníamos previsto. En estas ocasiones resulta conveniente omitir datos que no son especialmente relevantes. Nos dijeron que no había problema y que se cancelaba el documento del Zarpe. La verdad es que mola mucho cuando te ponen el cuño de Cancelado en un documento oficial

Nos fuimos enseguida a Inmigración donde también nos cancelaron la salida y ya estábamos nuevamente en México de manera oficial.

Sabiendo que teníamos un problema serio, optamos por estudiarlo a conciencia antes de tomar la decisión más conveniente.

Los burritos, nachos, enchiladas, camarones, cervezas SOL, XX, Corona, Indio, etc, son geniales. Recomendamos el Mercado en Isla Mujeres (especialmente el tercer puesto porque, los otros no tienen cerveza). Se come y bebe muy barato y ayuda a tomar mejores decisiones.

Después de ponernos una vez más hasta arriba, optamos por llamar a Andrés de Marina el Cid y a Gustavo que fue el mecánico/electricista que nos resolvió el tema de los alternadores.

Quedamos que vendría Gustavo a ayudarnos con el enrollador e íbamos a aprovechar para revisar los turbos de los motores. Ya sé que este tema no lo he tratado antes en ningún post. Los turbos son unos engendros mecánicos que ayudan a que los motores tengan potencia, pero poca cosa más. Realmente sirven de poco si el motor no va revolucionado. En nuestro caso no los revolucionamos nunca porque sueltan una humareda y un caldito negro terrible y la gente se preocupa (igual tiene algo que ver con el no funcionamiento de los turbos). Dado que es algo a revisar y que ahora tenemos unas 5.000 millas por delante, nos pareció que quizá fuera interesante revisarlo antes de partir.

Nos pusimos manos a la obra y entre los 3 desmontamos el enrollador. Tiene su gracia porque el mástil está sujeto por 3 gruesos cables de acero. Uno de los cables atraviesa el enrollador, y para sacarlo hay que soltar totalmente uno de los cables. Sí, sí, todos estáis pensando que tres puntos hacen un plano y que sólo dos hacen una mier….

Pues con mucho cuidadito destensamos los dos cables de popa, reforzamos con dos drizas el estay de proa y nos pusimos a desmontarlo.

Tal y como nos había dicho desde Valencia el amigo Fernando Kofius, había un 95% de probabilidad de que hubiera un tensor, y lo había!!! Nos pusimos a darle vueltas para aflojar el tensor. Iván sujetaba el estay. Francisco el enrollador y yo dándole vueltas aflojando el tensor sabiendo lo que se avecinaba. Esperábamos que en cualquier momento el tensor se terminara y tanto el estay, como el enrollador, Iván y Francisco salieran volando hacia atrás llevándose mi mano derecha que previsiblemente se habría quedado enganchada entre el tensor y el enrollador.

Como todos los tontos tenemos suerte (y yo una flor tatuada en el culo por si acaso), resultó más fácil de lo que parecía, sacamos el enrollador y volvimos a colocar el estay en su sitio. No deseábamos cabrear al Dios de los estays y que nos tumbara el mástil.

Nos pusimos a desmontarlo para ver qué piñones se había roto y fue una verdadera sorpresa, Abrir la pieza fue como asistir a un parto en el que tienes delante un bebé lleno de meconio que no sabes si es niño (tenía como un tubito) o niña (también tenía agujerito) al que hay que evaluar.

El enrollador medio desmontado (medio desbaratado es la expresión en México)

Ha crecido mi admiración hacia los ginecólogos, ginecólogas y ginecólogues capaces de meter la mano en sitios en los que ni se ve, ni se sabe muy bien lo que se va a encontrar.

Por la falta de experiencia, lo hacíamos con temor, e íbamos sacando puñados y puñados de grasa. Fuimos desmontando hasta un momento en el que ya nos vimos superados e incapaces de seguir.

Como al día siguiente venía Gustavo para desmontar los turbos, decidimos esperar por si él había asistido a más partos como el nuestro y tenía mayor experiencia.

Resultó que sí, él fue capaz de quitar dos circlips que nosotros no pudimos, pero tampoco pudo desmontarlo del todo. Se portó fenómenal porque no podía venir hasta el viernes por la tarde y nos hizo el favor de venir viernes por la mañana para poder llevar por la tarde los turbos al taller y el enrollador al tornero.

Tengo que decir que sobre las 10, Gustavo y su compañero, sacaron una especie de bocadillos. Yo ya me siento incapaz de distinguir entre burritos, enchiladas, tacos, carnitas, panuchos, etc. Me ayuda un poco los conocimientos de análisis multivariable y acaba resumiéndose en si te lo dan montado o te lo montas tú, y si lleva o no frijoles. Básicamente con esas dos variables puedes acabar decidiendo lo que comes. Claro, luego hay variaciones de si las tortillas son de maíz o trigo. Si son fritas o a la plancha, grandes o pequeñas y si los frijoles van metidos dentro de las tortillas o mezclados con el resto de los ingredientes.

En lo que hay unanimidad es con el tema del picante. Me gusta el picante, me gusta mucho el picante, me encanta el picante, pero por aquí hay cosas que tienen mucho nivel. La mayoría de los días, acabamos con las vías respiratorias, especialmente nariz y boca, despejadas totalmente, al igual que los ojos que quedan con una bonita pátina de brillo.

Todavía no hemos tenido oportunidad de probar el famoso chile campana, que pica al entrar y repica al salir, pero seguimos buscando.

Francisco está muy orgulloso de un picante que hacía su padre que es una absoluta locura. Es totalmente natural basado en un pimiento canario que se llama de la put… la madre. Viendo que los mexicanos se traían su propio picante de chile habanero en una bolsita les dijimos si lo querían probar. Tengo que decir que el picante de Francisco ha recibido varias amenazas, avisos de denuncia y casi seguro alguna amenaza de muerte por su ingestión. Pues el señor Gustavo se largó tres chorros, y mientras nosotros tres estábamos preparados para hacerle un masaje cardiaco, simplemente dijo: “está bueno, pero un poco flojito. Mejor este habanero, ¿quieren probarlo?”

Le agradecimos el gesto, pero declinamos para mejor ocasión.

Una vez “picaron” algo de comer, continuó la faena desmontando los turbos. Los acompañamos al ferry de la una y nos quedamos nosotros tres solitos en la isla sin poder arrancar motores, sin vela y esperando que nos pasara presupuesto de los arreglos, que por otra parte, son imprescindibles. En Roman Palatino viene a llamarse esta situación “cogidos por las pelotas”.

La situación no es especialmente dramática. Tenemos ubicados ya restaurantes donde se come bueno, bonito y barato. En la Marina Bartolomé dejamos habitualmente el dinghy y nos tomamos alguna que otra cerveza mientras nos bañamos en una minipiscina que hay allí. Tenemos el congelador lleno y funcionando decentemente. Hemos llegado con el a un compromiso que nos está dando un resultado aceptable. No puede estar en el hueco previsto sino en mitad del comedor, estorbando en el pasillo como un campeón (así está mejor ventilado). Cada vez que pasamos por su lado hay que darle golpecitos (cachetitos) en todos los tubos. Esto se hace para evitar que se congele el amoniaco. Por el día funciona con electricidad aprovechando los paneles solares y por la noche a gas. Con esto tenemos un nuevo problema. De las 3 botellas que teníamos de gas para cruzar el Atlántico sobradamente, nos encontramos que en la Marina el Cid no pudimos conectarnos a la electricidad por lo que el congelador tuvo que ir a gas todo el tiempo. Por lo tanto, nos queda ya solamente botella y media. Hemos intentado recargar en México y, por supuesto, las botellas y reguladores aquí son diferentes a las de cualquier otro país, por lo que es tarea imposible. He intentado comprar piezas de fontanería para hacer un inventito pero no ha sido posible. Confiamos que en Cuba, dado que son más buscavidas, quizá podamos recargarlas.

P.D: Quiero dedicar este post a un gran compañero y mejor persona que hemos perdido estos días. Me animó a llevar a cabo esta aventura y espero que me guíe desde donde esté.

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