Es curioso lo rápido que se acostumbra uno a lo bueno.
En BBQ por fin vimos un tiburón. No me dio tiempo a grabarlo, pero fue un espectáculo ver como nadaba pegado al fondo. Por la forma de la cabeza parecía un tiburón gato.
Todos los días pasan los Kuna ofreciendo fruta, molas (unas telas que bordan las mujeres), pescado, langostas, etc.
Mientras estaba potabilizando agua, el generador hizo un ruido bastante fuerte y dejó de funcionar el 220V. Me temo que ha roto de forma parecida a como lo hizo cruzando el atlántico y reparamos en República Dominicana. Cuando lleguemos a Linton, lo sacaremos entre Francisco, Iván y yo y lo desmontaremos. Supongo que nos entretendrá más días de los que nos gustaría, pero es el mejor sitio para poder hacerlo. Igualmente tenemos que arreglar la zodiac ya que pierde aire. La buena noticia es que todo lo demás funciona de maravilla y da muy buenas sensaciones.
En BBQ conocimos a Carolina, Ornella y Sebastián. Comimos en el Arabela una fabada hecha con productos españoles y pasamos una tarde de lo más divertida. Ornella me enseñó a hacer Ricotta, y eso es algo muy bueno. Voy integrando en los diferentes postres la leche que compré en Canarias y caducó en febrero del 2020!!. Realmente no está mala, pero tiene tropezones de diferentes tamaños y texturas. Resulta que para hacer la Ricotta hay que “cortar” la leche, por lo que la leche que nos queda es perfecta para elaborar tanto postres como quesos.
Otro de los barcos que hay por Cayos Holandeses, pero con el que no hemos coincidido, es el de Miguel, uno de los guitarristas de los Gipsy Kings.
Es curioso cómo nos vamos conociendo todos los “chalados” a los que nos gustan las aventuras, la naturaleza, conocer gente, en definitiva, vivir experiencias nuevas.
BBQ es una preciosidad para todo salvo para bañarse. Hay una fortísima corriente que hace muy complicado nadar por allí. Por eso decidimos movernos a Cambombia.
Todas las islas son similares, pero con sus particularidades. Cambombia tiene un montón de niños. Niños felices, que casi siempre están sonriendo y que se acercan al barco a hablar con nosotros.
Aquí fue donde hace menos de un año conocimos a Jorge, a María y a las niñas del Saramia (con el que volví a Valencia).
Hemos bajado a tierra varias veces y hablado con Hernán, que se emocionó al saber de la tripulación del Saramia. Nos recordó como Jorge montaba un proyector y los niños de la isla veían absortos las películas de Disney.
Los niños nos trajeron un montón de móviles para que se los cargáramos. Les hemos regalado ropa, frutos secos, chanclas, etc.. Me dio rabia no acordarme de traer lápices de colores y cuadernos para que nos hicieran dibujos.
Realmente, uno podría quedarse aquí de manera indefinida. Simplemente junto a la playa hay bastantes estrellas de mar. Nadando nos metimos en un banco de peces pequeñitos, que parecían algas, pero nos envolvían y creaban algo mágico. También vimos un par de peces raya/manta, incluso desde el barco, al tener el agua tan cristalina, pudimos ver otro moviéndose por el fondo.
Por las tardes hay unos pájaros (el nombre técnico es pajarraco) que hacen un par de batidas y se lanzan al agua a pescar. Se meten unos festines impresionantes.
La única pega es que internet va muy, muy mal. Tenemos un teléfono subido a tope del palo a casi 25 metros de altura, pero sólo funciona algo por las noches. Como tengo alumnos que no se presentaron en primera convocatoria por COVID, otros que no se enteran de cuándo se tienen que examinar, otros que no leen los mensajes y no se enteran absolutamente de nada…pues es un poco caótico. Menos mal que tengo ahí a Ricardo y a Enrique que resuelven los problemas y a los que les debo bastante más que una cerveza.
Pasamos la última noche en Chichimé por ser la isla que más cerca está de Linton. Es otro sitio increíble, pero, para mi gusto, ninguna de las islas supera a Cambombia.
La vuelta hacia Linton fue bastante tranquila. Pescamos bastante (incluido un pequeño tiburón que se soltó en el último momento cuando todos soltamos un grito al verlo).
Los únicos problemas fueron al ir a recoger las velas. Esta vez hubo unanimidad y no funcionaba ni el Génova ni la mayor.
El problema del Génova es que se había quedado enganchado un pulsador y no dejaba de desenrollar. Lo resolvimos cortando el cable azul (los otros dos eran grises, mucho más feos y por tanto menos importantes).
La mayor dejó de funcionar por simpatía. Menos mal que en su día ya preparamos un plan B por si esto pasaba (nos pasó en el Atlántico). Esta vez tuvimos que repetirlo con olas con sus buenos 2 metros y un viento de 25 nudos.
Pero sin mucha complicación llegamos a Linton donde nos hemos puesto pilas para terminar de dejar todo el barco en orden.
Al día siguiente de la llegada cenamos con los italianos en el restaurante casa X (es el sitio donde hemos estado llevando a recargar las botellas de butano). Disfrutamos como enanos comiendo pollo frito con sus patatas también fritas y un helado de vainilla.
Hemos sacado el generador montando un polipasto en la botavara y ha sido más fácil de lo que podría parecer. Efectivamente se ha vuelto a romper la misma pieza, pero creo que hemos localizado la causa. Da la impresión de que una pieza no está muy bien diseñada y con las holguras rompe la otra. Intentaremos localizar un tornero habilidoso que nos haga las piezas. Estamos también tratando de buscar los pulsadores que se quedan enganchados y vamos a aprovechar para revisar los alternadores de 24V que no dan los amperios que deberían.
También nos ayudó Roberto, un italiano que lleva aquí 19 años, a arreglar los dos agujeros de la Zodiac.
La verdad es que el resto de las cosas están ya funcionando bien (salvo el congelador que o va genial o lo castigamos boca abajo). A ver si nos resuelven pronto el generador, encontramos los recambios y seguimos viaje.