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I Love Panamá

Bocas del Toro han sido unas auténticas vacaciones. Hemos tenido visita de Alba y Mª Ángeles, también coincidimos con compañeros de la UCV. Vamos, que una animalá!!!!.

El fondeo en Bahía Saigón es de los mejores que conozco. Apenas hay ola y con 20 metros de cadena para 2 de profundidad, vamos sobradísimo.

Al lado del fondeo está la pista de aterrizaje donde te puedes bañar mientras por tu cabeza aterrizan y despegan aviones. Al ladito, hay una zona de snorkel llena de corales que están apenas a 1 metro de profundidad. Un día vi un cangrejo bastante grande y pensé que quedaría muy bien en un plato con arroz, pero se puso chulo y pensé que le tengo más aprecio a mis dedos que a las patas del cangrejo en el arroz.

Francisco, Iván y Daniele aprovecharon para sacar la titulación de buceo. Una de las jornadas aproveché yo también y nos fuimos a bucear juntos por los magníficos corales que hay en Bocas.

Los 4 en un pecio con la vela subida

Lo mismo sucede con la navegación. En un máximo de 4 o 5 horas llegas al punto más lejano. Hay que ir muy pendiente porque hay bajos y rocas por todas partes.

De hecho, tuvimos un bonito encallamiento. El barco de Enrica y Ángelo (el Giuletta) se quedó sin motor y encalló primero. Con la zodiac lo pudimos sacar sin problemas y arrastrarlo adonde acababa de fondear el Arabela.

Decidimos fondear el Giuletta junto al Arabela y lo abarloamos para mayor seguridad. Por la noche cambió el viento lo suficiente para que el Arabela fuera a tocar en una zona con piedra. Realmente fue girando hasta que el timón y la hélice quedaron en un hueco de la roca. La marea se encargó de que a lo largo de la noche todo el barco se quedara reposando sobre la roca y el timón enterrándose unos 20 cm. en la arena. Lo peor era que la hélice estaba apoyada en la piedra, por lo que el propio peso del barco podía dañarla. Primero tratamos de solucionar lo de la hélice. Como no había manera de subir el barco para liberarla, pues…partimos la piedra y se liberó. Intentamos con las dos zodiacs y una panga de unos pescadores que estaban por ahí, sacar el barco, pero era imposible. Lo único que podíamos hacer era esperar a que subiera la marea, que el viento no empeorara la situación y cruzar los dedos. Sobre las 12:00 subió la marea (no os equivoquéis, en Bocas es de alrededor de 5cm.), pero tirando del ancla con el molinete y haciendo el bruto, fue suficiente para notar que el barco se movía y poco a poco lo conseguimos liberar.

Encallados, a lo bestia!!

Ya era tarde para ir a Cayo Zapatillas y decidimos ir a dormir a una Bahía junto a Buena Esperanza. Allí hay una finca de Cacao, regentada por una pareja de norteamericanos que vendieron sus propiedades en Los Ángeles para venirse aquí. Muy recomendable la visita a Green Acres.

Al día siguiente fuimos a llenar depósitos a Almirante. Coincidió que cuando llegábamos cayó un aguacero de esos que no te dejan ver absolutamente nada.

Al llegar a la gasolinera tuvimos que esperar a unas cuantas barquitas. Cuando nos tocó a nosotros nos dijeron que no podíamos repostar diesel porque tenían la bomba estropeada.

Menos mal que teníamos a Ángelo que siempre conoce a alguien. En este caso fue a un pescador que conocía a un tipo que nos podía llevar en su pick-up a una gasolinera donde podríamos llenar los bidones que teníamos a un precio más barato. Nos dijo que por llevar unos 9 bidones nos cobraba 15 dólares. Al final llevamos 13 bidones que suponían 650 litros de gasoil en el maletero de una pick-up. Eso sí, nos pidió 20 dólares.

Entonces se nos plateaba el siguiente problema. ¿Cómo llevas 10 bidones de 55 litros y de 25 en una zodiac mientras está lloviendo a saco?

Ángelo negoció con el barquero y cargamos los bidones en una panga que también parecía que se iba a hundir y que llevaba de mascarón de proa a un tipo pequeño, flaco a rabiar, pegado a una voz que en su conjunto denotaba una afición a todos los productos de fiesta que se pueden consumir.

Entre todos conseguimos subir los bidones y repostar gasoil al precio más barato que nos vamos a encontrar.

Posteriormente, decidimos también ir a Boquete a ver un poco de montaña. En Panamá, cualquier viaje es una aventura. Primero cogimos una panga (son unas barcas estrechas y largas en las que caben alrededor de 12 personas) para ir desde Isla Grande en Bocas del Toro a Almirante. Luego fuimos en un minibús conducido por Mercedes (amiga de amigos) hasta Boquete por unas carreteras llenas de baches.

En Boquete visitamos la hacienda de café de unos americanos amigos de Mercedes. Una casa preciosa en un sitio precioso.

Finca de Café

Al día siguiente nos pegamos un madrugón para subir en un 4×4 al volcán Barú. Nos hubiese gustado subir andando, pero eran necesario dos días, no había permiso en el parque nacional y subir en el todoterreno estuvo guapísimo. A las 3:45 de la madrugada nos vino en todoterreno enorme conducido por una mujer pequeñita. Eso sí, con los ojos pintados en plan coqueto. Empezamos a subir y en un momento dado hizo una parada para conectar la tracción a las ruedas, un poco más tarde fue la reductora y más tarde nos advirtió que no sacáramos la cabeza ni los brazos por la ventanilla si no queríamos perderlos.

Melissa (la conductora) llevaba el coche por sitios que parecían imposibles. Ya nos adelantó que eran tres aventuras: la subida, el amanecer en la cima y la bajada viendo por dónde habíamos subido previamente.

La cima estuvo bien, aunque particularmente me impactó mucho más el Teide. Pero tanto la subida como la bajada fueron un espectáculo brutal.

Amanecer en el Volcán Barú

Después del Barú nos fuimos a hacer Canopy (tirolinas por los bosques lluviosos). Yo lo había hecho en Costa Rica y me gustó mucho. Aquí quizá las tirolinas eran un poco más cortas, pero pasaban más cerca de los árboles, por lo que disfrutamos como enanos.

Al día siguiente vuelta por la carretera llena de baches, la panga y de vuelta a nuestra casita: el Arabela.

Se me ha olvidado un detalle muy importante. EL CONGELADOR!!!

Dejó de funcionar a gas, ya conté en otro post que sin generador era imposible hacer funcionar todo por el alto consumo. Al dejar de funcionar a gas, estábamos vendido para el cruce del Atlántico. Mientras estuvimos en Bocas, Enrica y Ángelo nos dejaron uno eléctrico de bajo consumo que nos funcionó perfectamente, pero aprovechamos en David para buscar solución.

Después de que Mercedes nos llevara a varias casas de fontanería y refrigeración buscando un regulador para sustituir el que fallaba, tuvimos la suerte de encontrar a un fontanero que nos dio una posible solución.

En concreto nos dijo que el regulador debía tener un tornillito, que quitándolo dentro habría un taponcito. Que quitáramos el taponcito y la llama sería mucho más fuerte y enfriaría más.

Uno piensa, ¿para que ponen un tornillito que dentro tiene un taponcito para que el congelador enfríe menos?. Pero el caso es que efectivamente tenía un tornillito. Al quitarlo apareció como un tapón metálico (en mi mente tenía que ser de goma). Lo quité, encendimos el congelador y no explotó. Y lo más importante, al día siguiente estaba fresquito, tampoco esperaba milagros…, pero poco a poco enfrió más de lo que había enfriado nunca. Por todo esto, ¡gracias al fontanero desconocido que nos permitió tener congelador (o algo fresquito)!.

Comenzamos ya a preparar la partida. Eso significa una evaluación de daños que en el caso del Arabela es recurrente. El generador se estropeó (esta vez fue el rodete de la bomba de agua). Pusimos uno que teníamos de repuesto, pero al día siguiente volvió a romperse. Ya pensamos que había que revisar más a fondo la bomba, pero el problema es que en Bocas no era posible encontrar el repuesto para el rodete.

El alternador que pusimos nuevo en Panamá funcionaba perfectamente, pero el de 24V, que es el importante para tener energía en el barco, apenas daba amperios, y sólo al ralentí. Si se aceleraba, dejaba de cargar, y no era problema de la correa!!!!. El motor de estribor exigía seguir arrancándolo haciéndole el puente en el propio motor de arranque.

Maniobra y velas lo teníamos perfecto. Repostamos bastante gasoil, pero no los 14 depósitos de 50 litros adicionales que conseguimos en Linton. Decidimos que no tenía mucho sentido llevar 14 bidones hasta México siendo que, aunque más caro que en Panamá, en México podíamos repostar con tranquilidad.

Por lo tanto, dependiendo de que hiciera sol para que los paneles carguen las baterías y del generador de emergencia que nos regaló Rómel en Panamá, el día 17 de abril salimos de Bocas del Toro con destino al Blue Hole en Belize. Nos costó despedirnos de los italianos, estaban en el barco y ni ellos ni nosotros queríamos irnos. Pero la meteo era la más propicia para irnos por lo que nos fuimos con la esperanza de que vengan pronto a España a visitarnos.

En Panamá hicimos el zarpe especificando México como siguiente destino, nuestra idea era acercarnos a San Andrés, descansar unas horas, pero no hacer el proceso de entrada y salida. Tampoco íbamos a parar en Belize, simplemente ver el Blue Hole y seguir hacia Cancún.

La primera noche fue bastante buena y no tuvimos ninguna incidencia, la segunda tuvimos ya la ola pronosticada y fue más complicada, especialmente después de amanecer ya tuvimos un viento y ola que hacía pesada la navegación y decidimos acercarnos a San Andrés.

Al momento llamaron por la emisora a la embarcación Arabela. Mientras contestaba explicando a la Capitanía que queríamos fondear un rato y descansar, sin bajar a tierra. Por otra parte, había un agente de aduanas intentando hablar conmigo por otro canal (y no había forma), me avisa Iván de que tenemos un barco de la Armada con varios tipos armados que quieren subir a bordo. Cuando ves a tipos de 2m. con rifles no tienes muy claro si puedes decir que no, o si ni siquiera te conviene plantearlo.

Subieron, resultaron ser supermajos, revisaron el barco y mientras tanto apareció otro Sr. Éste se identificó como agente de aduanas, por lo que en 10 minutos pasamos de estar tranquilamente los 3, a tener 3 tipos armados en el barco, un oficial, un agente de aduanas, otro llamando por la emisora, la Capitanía preguntando qué íbamos a hacer y todos hablando por el móvil porque nadie sabía muy bien si podíamos quedarnos o no fondeados a descansar.

Al final, el agente (Julian), resultó ser supermajo, nos preparó un precio especial puesto que sólo íbamos a estar una noche e hicimos todo el proceso de inmigración y salida con las pertinentes revisiones de Sanidad, Agricultura, Inmigración y Aduanas (además de la Armada). No se me puede olvidar la recomendación del oficial de la Armada de que no nos bañáramos. Había muchos tiburones y el día anterior habían mordido a un turista.

Gracias a Julian, fue bastante cómodo y el mismo me llevó en su moto a un montón de sitios a ver si conseguíamos el repuesto del generador.

Me dijeron que no podría encontrar el repuesto en la Isla hasta dos días después pero que en Cancún lo tendría sin problemas.

San Andrés nos gustó mucho. En el Caribe das por supuesto el buen tiempo, cocoteros, mar de varios colores azules y playas de arena blanca. San Andrés aporta a todo esto los colombianos. Siempre me ha gustado mucho Colombia, pero después de tanto tiempo sin tratar con ellos, te das cuenta de lo simpáticos y profesionales que son. Por primera vez dejamos de considerarnos sacos de dinero andantes.

Al día siguiente nos levantamos, solicitamos permiso para salir y nos advirtieron que teníamos que esperar nueva inspección de la Armada.

Vino el mismo oficial y mientras revisaban, estuvimos hablando con el de nuestra próxima etapa. Nos confirmó lo problemas de pirateo por la zona de Nicaragua y Honduras, recomendándonos que nos mantuviéramos alejados de la costa. Por las aguas colombianas no teníamos que preocuparnos, Colombia disponía de una fragata por la zona para proteger sus aguas, pero una vez fuera…precaución. Recomendaciones habituales de navegar sin luces y alejados de la costa.

Así lo hicimos, pero al atardecer, navegando a más de 80 millas de la costa (la distancia de Valencia a Ibiza), vimos una panga que se acercaba. Íbamos con buen viento navegando a unos 7 nudos. Arrancamos los motores por precaución y esperamos a que se acercara. Iban 7 tipos con malas caras y cubiertos con una especie de sacos. Nos gritaban aparentemente ofreciendo pescado, luego nos pidieron comida a lo que les dijimos que no (no queríamos que se acercaran más al barco) y con la misma mala cara, se fueron. Probablemente serían pescadores en esa zona que había varios bajos en los que quizá haya una buena zona de pesca, pero…¿qué hacen 7 tíos en una panga a 80 millas de la costa siguiendo a un velero?

Por la noche, mientras estaba durmiendo, vino Iván a despertarme. Se acercaba otra panga. En este caso, daba la impresión de que iban “colocados”. Llevaban unos reflectores con los que nos iluminaban mientras iban dando gritos. Nos dedicamos a ponernos los 3 en cubierta para que nos vieran e ir entrando y saliendo para que no supieran cuántos éramos. Después de un rato se fueron y ya no tuvimos más novedad, pero el temor, se quedó en nosotros. Teníamos viento pero era totalmente de popa para ir a Belize. Además suponía mantenerse en la zona peligrosa de Honduras, decidimos poner rumbo directo a Cancún y dejarnos de historias.

Pusimos el gennaker y estuvimos navegando de maravilla hasta que al salir a las 3:30  mi guardia Francisco me explicó que había tenido que ir cambiando el rumbo para mantener el gennaker y teníamos que trasluchar o bajarlo. Como el viento empezaba a ser fuerte decidimos bajarlo. Creo que se sumó el cansancio, el que hacía ya más de un año que no lo poníamos, el ser de noche y que había un poco de mar, para que se sumergiera un trozo en el agua. Recogimos la mayor, pero el gennaker se había enganchado con uno de los cascos del catamarán y, al sacarlo, el caracolillo lo rasgó, por lo que ya teníamos faena en Cancún.

El 24 de abril llegamos a la Marina El Cid. La principal razón para escoger esta Marina fue porque es la única que me contestó cuando pregunté si tenían amarre disponible y precio.

No sólo fueron los más amables sino que de repente, nos encontramos en un Resort de lujo en Cancún

2 thoughts on “I Love Panamá

  1. Menudo susto lo de los pescadores… El no saber si son pescadores o piratas o pescadores que se convierten en piratas cuando ven la ocasión es de lo peor que te puede pasar en alta mar. Muchísimo peor que encontrarse con 50 nudos en medio del Atlantico norte. 🙂

    Me alegra saber que la aventura continua!! Buenos vientos!!

  2. Vaya mes de adrenalina!! Aunque siempre es una aventura, vuestros días estan llenos de complicaciones y alegrías. Y en medio, la belleza que os rodea. Como además sois unos manitas y unos tios echaos p’alante, las complicaciones os las resolvéis con ingenio y fuerza bruta cuando hace falta. Supongo que sabéis que sois unos previlegiados, verdad?? Pues ale, adelante. Y escribe más a menudo si puedes Javier. Tus posts son como agua de Mayo. Un abrazo fuerte.

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