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México lindo y querido….

La llegada a México tuvo sus cosillas. Es de esos países en los que en prácticamente todos sus puertos hay que hacer el ingreso a través de un agente (igual que Colombia). La Marina me proporcionó los datos de la agente y estuve hablando con ella antes de salir de Panamá.

Teníamos un problema en la entrada bastante serio y que consiste en que está prohibido entrar en el país con prácticamente ningún alimento por temas de sanidad alimentaria. Es decir, no se puede entrar frutas, verduras, cereales, carne fresca de ningún tipo, huevos, legumbres. Dado que tenemos pastas y legumbres de sobra para regresar a España (incluso para continuar la vuelta al mundo), era un problema serio. Cuando me pasaron la lista, vi que los embutidos y ahumados sí estaban permitidos, pero esto tampoco fue así. De España nos trajeron como 15 paquetes de jamón ibérico de Bellota del bueno, bueno. Ni de coña íbamos a permitir que se lo llevaran. También llevamos varios paquetes de esos de hacer fabada con el lacón, chorizo y morcilla envasados al vacío y unos cuantos de salchichón, chorizo y lomo.

Pero el drama verdadero era que cada tripulante sólo puede llevar 1 botella de vino o 2 latas de cerveza, ¿nos hemos vuelto locos o qué? Lo primero fue cambiar nuestra definición. El único tripulante era Francisco y tanto Iván como yo pasamos a ser pasajeros. Los pasajeros ya pueden ingresar con 6 cervezas cada uno y creo que alguna de vino.

La agente me explicó muy bien que la comida me la tirarían, pero que el alcohol no. Simplemente me harían pagar unos impuestos que valían más que el propio alcohol.

De Panamá salimos con unas 250 latas de cerveza, 15 botellas de vino (ha habido mermas desde las 150 iniciales), 5 de ginebra, 2 de ron, whisky, etc… Si nos pillaban, nos iban a meter un buen sartenazo.

La primera intención fue la de tranquilizarse y, llegado el caso, explicar que no íbamos a sacar nada del barco, que el barco es nuestra casa y que en todo caso hicieran una lista de lo que entrábamos y que se cotejara con lo que salía. La gente ya nos dijo que eso no funcionaría, pero…nosotros mismos.

Finalmente, decayó nuestra presencia de ánimo conciliadora, decidimos esconder casi todas las botellas y latas y rezar para que no hiciera una inspección a fondo.

Además, a la pobre agente le había dicho que íbamos a llegar un lunes, pero como nos saltamos Belize, llegamos un viernes por la tarde a La Marina el Cid, junto a Puerto Morelos. Hasta que no vinieran todos lo de inmigración no podíamos pisar tierra. La llegada fue en nuestra línea. Teníamos que atracar en el amarre B12, pero de repente Francisco me dice que un motor se ha parado, voy corriendo a arrancarlo y me dice que el timón no responde. Cuando le digo que acelere el motor, me dice que no funciona.

Tuvimos mucha suerte y pudimos engancharnos al muelle de cortesía. Especialmente porque si se hubiera ido al Arabela hacia el otro lado nos hubiéramos cargado el delfinario (o habríamos liberado a Willy).

Al día siguiente fueron viniendo las autoridades. Primero la médica que nos dijo que estábamos muy bien (percibimos un leve guiño de ojos) yo le dije que estaba muy blanca (para bajar expectativas), luego la de agricultura que se puso a revisar la nevera. Cuando me explicó que los embutidos sólo se podían introducir si el código CE aparecía en una aplicación del gobierno mexicano, se me cayó el alma a los pies. La diosa Fortuna quiso que el código del jamón de Bellota si estuviera. Los productos de la marca Revilla, también. Lo que falló fue el lomo Auchán y varios de los compangos para la fabada (digo las marcas por si alguno tiene intención de entrar en barco en México con embutidos españoles). Los otros compangos los salvé in extremis porque ponía la palabra ahumado y los ahumados sí se pueden entrar libremente. Como también me extrañó, luego leí con calma que ponía Chorizo ahumado, lógicamente el resto de los ingredientes no están ahumados, pero coló.

Nos tiró los limones, el arroz, los garbanzos, judías, etc, todo lo que estaba en la despensa. Cuando nos preguntó si teníamos algo más le dije que no, pero enseguida le dije que sí, que tenía más arroz en otro sitio. Bajé con ella y revisó uno de los armarios donde había un par más de kilos de arroz. Inexplicablemente, me olvidé de hablar del hueco que hay debajo de los sofás donde hay unos 10 kilos de legumbres y más cosas.

Todo el alimento que recogió lo puso en una bolsa de plástico. El objeto de recoger toda la comida viene a ser algo así como proteger los productos locales para que no se contaminen con productos extranjeros. La teoría está bien, pero que por el agujero de la bolsa se fueran cayendo los granos de arroz y lentejas por el camino mientras amablemente le llevé la bolsa al coche no sé si ayudó a cumplir el objetivo.

Lugo llegó la de aduanas, una chica majísima. Primero me preguntó si llevábamos más de 10.000 dólares, luego drogas, armas…lo típico. Y llegamos al tema que nos dejó sin dormir de preocupación la noche anterior, La pregunta exacta fue “de alcohol, llevan lo normal para un viaje, ¿no?” a lo que sin ningún gesto dubitativo puede afirmar con rotundidad que sí.

Ya habían terminado cuando la de agricultura señaló si en la nevera que hay en el exterior debajo de la mesa llevábamos alimentos. Le dije que no, que lo usábamos como asiento. También olvidé que dentro llevábamos 18 latas más de cerveza.

Cuando por fin se fueron todos, pudimos bajar a tierra para hacer la entrada en la oficina y luego ir a ver las instalaciones del sitio.

Nos explicaron que estábamos en un resort, que teníamos acceso a todas las albercas (piscinas y jacuzzis), pero no a los restaurantes buffet ni a las bebidas de los bares. Para ello podíamos comprar o bien unos tickets que salían a unos 3$ la cerveza o la otra opción era comprar unos tickets de 80$ por persona y día que permitían disfrutar del todo incluido. Decidimos ir primero a ver todo aquello y luego ya veríamos el tema de los tickets

Realmente lo vimos muy rápido, acertar con las personas y hemos disfrutado de dos semanas de jacuzzi, piñas coladas, ron añejo con limón exprimido y varias clases de tequilas.

Cabe decir que las toallas también son de una calidad excelente.

Aparte de disfrutar de los lujos del sitio, teníamos cosas para reparar. El gennaker, ver porqué se pararon los motores, intentar arreglar los alternadores y había otro tema preocupante, el motor de estribor ya no arrancaba haciéndole el puente (tardaba como 10 minutos en conseguirlo).

En la marina hay sobre todo barcos que sacan a los turistas a pescar. Sobre las 6:00 de la mañana empieza el trasiego y a las 8:00 están todas las motoras en marcha esperando a los turistas. Andrés es uno de los capitanes e hicimos amistad enseguida con él. Con un perfil parecido a Merenguito, no sólo es un tío abierto y simpático sino conocía a un montón de gente y se nos ofreció a hablar con todos, llevar y traer piezas, en fin, otro tipo 10 de los que nos hemos encontrado en este viaje. Y ya son muchos!!!

Decidimos alquilar un coche para hacer un poco de turismo, ir a Cancún y comprar repuestos.

Fuimos directos a por los impulsores del generador y pudimos conseguirlos. No pudimos en cambio, encontrar una pieza del escape que se había roto. Por la tarde nos fuimos a Valladolid. Hicimos un free tour (uno de nosotros, no. Ahí lo dejo) y al día siguiente comenzamos por las ruinas de Ek Balah. Decidimos ir a ellas porque son las únicas a las que actualmente dejan subir a la pirámide.

Desde arriba en Ek Balah

Después fuimos a ver un cenote. Nos recomendaron el de Suytun y la verdad es que no nos decepcionó. Se trata de cavidades de ríos subterráneos en los que parte de la superficie se ha derrumbado, quedando como resultado cavidades con agua en las que entra la luz. Fuimos al de Suytun calculando la hora en la que el sol cae casi en vertical y nos encantó

Cenote Suytún

De ahí salimos hacia Chichen Itza. Es impresionante, aunque también tengo que decir que a mi me impresionó mucho más las pirámides de Giza.

Después de recorrer todo, bajo un calor infernal, sabíamos que llegábamos tarde a Tulúm, pero decidimos intentarlo y si no, quedarnos a dormir allí.

Cuando llegamos estaba todo cerrado, pero insistimos y llegamos hasta unos de los vigilantes. Le dije que habíamos llegado tarde, que era una pena que nos teníamos que ir, que yo lo conocía pero mis amigos no, que era una pena, que si simplemente podían acercarse al mar….en fin, la técnica del mareo.

Nos preguntó que cuánto nos había costado entrar en Chichen Itza, le dije que 500 pesos por persona y nos dijo que aquí podíamos entrar por 300 pesos cada uno. Nos abrió el candado y entramos a ver las ruinas nosotros solitos.

La verdad es que no disfrutas lo mismo cuando estás haciendo una ilegalidad (no entro si más o menos…)

Y el caso es que conseguimos hacer en un día más cosas de las que pensábamos.

De vuelta hacia la marina nos pasó otra cosa curiosa. En México los semáforos no están antes de los cruces sino después. Sucede también que en las autovías hay cambios de sentido, cruces y todas las cosas raras que se os ocurran.

En un momento dado vemos que viene por detrás un coche de policía con las luces encendidas, nos apartamos, nos adelanta por la derecha y se va al carril de la izquierda a hacer un cambio de sentido.

Al rato volvemos a ver luces de la policía detrás, nos apartamos hacia la derecha pero no nos adelanta. Seguimos hasta que empieza a hacernos largas indicando claramente que nos paremos. A Francisco no le gustaba pararse ahí en medio y seguimos un poco más adelante con luces, sirenas, largas, etc…

Paramos en la cuneta y viene un agente en plan muy amable diciendo que nos habíamos saltado un semáforo. Nosotros haciéndonos los tontos diciendo que era para que pasaran. El que sí que nos habían pasado porque pensaban que éramos otro coche, pero que no se refería a eso. Nosotros que nos habíamos parado en cuanto habíamos podido. El que no, que el problema era el semáforo. ¿Qué semáforo? Vamos, que empezamos una conversación de subnormales. El decía que como estábamos dentro del límite municipal nos tenía que multar con arreglo a la normativa municipal. ¿pero si estamos en una autovía?, sí pero entonces es otra normativa. Mientras estábamos mareando Francisco y yo, baja Iván la ventanilla al otro agente y le dice: qué guapo el coche con las luces, parece como el de las películas.

El caso es que el que parecía el superior, pensó que éramos tres idiotas y dijo que nos fuéramos. Y así lo hicimos. Llegamos justitos a los rones y las piñas coladas.

Andrés nos consiguió un electricista que probablemente es el mejor que ha subido al barco. Cuando le explicamos lo que pasaba en cada motor nos dijo: yo se lo puedo arreglar. Y el tío vino y fue capaz de solucionar todos los problemas. El alternador de 24V que prácticamente no ha funcionado nunca, junto con el generador. El motor de estribor se puede arrancar y parar desde dentro con la llave, vamos, que estamos mejor que nunca. El congelador está hasta arriba y como ha hecho sol, las baterías están que los amperios se salen por los pasillos.

Con el barco listo teníamos que preparar el siguiente destino. La intención inicial era ir a Cuba, antes de salir me comprometí con mi amiga Gisela que haría lo posible por llegar a Cuba y llevarle unas cosas a su madre, pero el tema estaba muy mal.

La unificación monetaria ha hecho que los precios sean carísimos y que no haya absolutamente de nada. Además, exigen una PCR al llegar y otra a los 5 días sin poder salir del barco. También exigen tirar todos los alimentos siendo que allí no existe posibilidad de comprar.

Se ponía la cosa muy, muy fea. De todas formas, tuvimos la suerte de contactar con una persona excepcional allí y parece que poco a poco se han ido resolviendo algunos temas y sí, parece que podremos llevar nuestras provisiones para el viaje y será necesaria únicamente la PCR de la llegada.

Para salir de México hay que hacer la documentación del Zarpe. Nuestra agente en Marina el Cid nos recomendó que la salida la hiciéramos desde Isla Mujeres ya que no vienen al barco a comprobar si las bengalas o el extintor están caducados…y cosas así.

Y aquí estamos, en Isla Mujeres, haciendo de turistas guiris, comiendo burritos, tacos, memelas, quesadillas y muuuuucho picante. Y tengo que decir que México nos ha encantado. He escrito este post mientras estamos escuchando música salsa en directo y viendo la puesta de sol.

Salsa en directo

¡¡¡¡¡Si leéis este post es que probablemente nos han dado la documentación para zarpar y vamos rumbo a Cuba!!!!!

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