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Rotura y otras incidencias

Pues después de haber recorrido 2.920 millas el balance de roturas y desperfectos es el siguiente:

Aproximadamente a la altura de Cabo Verde tuvimos la primera encalmada. Navegando con el fantástico Gennaker que nos ha proporcionado el Dr. Peter Hartig y fabricado mi amigo Fernando Koufius, hubo un momento que al subir el viento se enganchó con algo y produjo una rotura. Nada importante pero que nos impedía seguir utilizándolo.

Al siguiente día pusimos el otro Gennaker y estuvimos navegando en muchas ocasiones con él hasta que un día, en el que el viento subió y la prudencia animaba a bajarlo, se rompió el calcetín que lo recoge. El resultado es un Gennaker con el calcetín en la mitad del mismo enrollándose por encima, a más de 20 metros de altura, y por debajo en el stay mientras el viento y el mar va subiendo.

De reparaciones en mitad del Atlántico

Con arnés y sujetos a la línea de vida y evitando que las escotas y drizas nos barrieran y nos sacaran del barco pudimos, en un trabajo duro, ir desenrollando y bajando. Una vez bajo conseguimos recogerlo todo, nos fuimos a descansar totalmente agotados (seguramente cayó alguna cerveza).

Detectamos que fallaba el accionamiento automático de la bomba de achique del motor de babor. Es decir, el mecanismo para vaciar el agua que pudiera entrar de forma automática, no funcionaba. Tampoco era preocupante, pero nos obligaba a revisar si había agua de vez en cuando. Esto nos sirvió para detectar que sí entraba agua y había que localizar por dónde. Después de localizar una serie de puntos de entrada (una abrazadera del colector de escape, la junta del pasacascos del escape, y un tornillo del embellecedor del escape que había atravesado la fibra) dimos por resuelto el problema, mas no fue así. Cada día veíamos que seguía entrando agua hasta que finalmente dimos con el problema: el prensaestopas!!

El prensa es un «artilugio» que hace que el eje de la hélice pueda atravesar el casco pero que no entre agua. Están garantizados para 5 años pero suelen aguantar mucho más. En nuestro caso apenas tenían 2, pero el caso es que estábamos en mitad del océano y entraba agua. Dado que poco más podíamos hacer, íbamos revisando sentina y accionando manualmente la bomba de achique.

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Una madrugada de una de las pocas noches de viento duro, sufrimos una rotura importante. Se trata del cabo del pajarín, que en el Arabela es imprescindible para poder desplegar y enrollar la vela (es un mecanismo eléctrico). Lógicamente era un peligro tener la mayor totalmente suelta barriendo la cubierta y dando golpes contra toda la jarcia. Menos mal que desde hacía meses, esta rotura era una de nuestras principales preocupaciones y en el mes de agosto preparamos un aparejo de fortuna por si nos sucedía. La última semana de agosto se rompió el motor del pajarín, pudimos probarlo y funcionó!!. El caso es que nos hicimos el ánimo, nos pusimos arneses y nos enganchamos a la línea de vida. Con viento y olas duras, pasando sentados por la botavara hasta el final donde se encuentra el aparejo, y evitando que el puño de la mayor nos golpeara, conseguimos trincarla y recogerla. Ya de día valoraríamos como solucionarlo.

Tuvimos suerte y pudimos hacer un «apaño» que nos permitió sacar toda la vela menos el último metro y pudimos continuar travesía sin demasiado problema.

La última semana el generador optó por no querer arrancar. Intentamos desmontar el motor de arranque pero necesitábamos una herramienta que no teníamos (llaves de media pulgada). Empezamos a hacer un uso inteligente de la energía puesto que ya «sólo» teníamos los paneles solares, el aerogenerador que con poco viento no sirve de mucho y el alternador de uno de los motores. La principal pega es que ya no pudimos desalinizar más agua. La verdad es que el agua de la desalinizadora es fantástica, mucho mejor que la del grifo de cualquier ciudad. En cualquier caso llevamos agua embotellada de sobra (y cerveza!!).

Dos días antes de llegar, el alternador también decidió dejar de cargar con lo que el uso de energía también tuvo que ser más «inteligente» al disponer sólo de los paneles para la carga de baterías. Comenzamos a desmontarlo para cambiarlo por otro, pero era imprescindible cortar toda la corriente, dejando el barco sin piloto ni electrónica por lo que decidimos dejarlo para cuando estuviéramos fondeados.

La realidad es que el barco se ha comportado estupendamente y la preparación del mismo también fue adecuada por lo que todo ha estado dentro de lo previsible.

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