Llegada a Isla Saona. Sé que somos repetitivos, pero sigue impresionando cuando vas acercándote a un sitio y ves la arena blanca, los cocoteros, y el agua azul turquesa.
En concreto, aquí aún impresionaba más el agua turquesa puesto que siguiendo la carta, cuanto más azulita clara implica que tienes menos calado. La carta indicaba calados de más de 2 metros (nosotros calamos aproximadamente 1.10) pero de repente la sonda se puso a pitar como loca y tuvimos que parar y hacer marcha atrás en un par de ocasiones.
Decidimos ver lo que hacían otros y copiamos su trayectoria hasta que fondeamos en un sitio en el que parecía que había un pequeño embarcadero y un montón de barcos. Ya he contado que de lejos no veo bien. No era un embarcadero sino las cabecitas de la gente que llega allí en barcas y como apenas cubre, se tiran al agua mientras les dan un roncito.
Aparecieron unos tipos en una barca ofreciendo pescado, les dijimos que teníamos una barracuda más grande que la que nos ofrecían y que si tenían langostas. Empezamos a hablar con ellos y nos caímos superbien. Los tipos son auténticos héroes. Se pasan 4-6 horas seguidas (lo hemos visto con nuestros ojos) nadando y pescando con fusil para ganarse el sueldo, mientras alrededor les pasan los barcos de turistas a los que tratan de vender el producto pescado.
Ese día nos pegamos una comilona con la langosta y se produjo un momento especial. Os confieso que estaba mirando el sitio donde estábamos y me emocioné pensando que habíamos llegado allí. Un tío de detrás de la montaña (como se autodefine Francisco) y un simple profe de Universidad habíamos recorrido más de 4.000 millas para precisamente conseguir esto. Esa sensación de estar en el paraíso, conseguida con la ayuda de mucha gente, pero realizada por nosotros dos. Sé que soy rarito, pero se me saltaban las lágrimas y me costaba hablar (sólo me pasa cuando escucho ópera, y sí, soy rarito). Cuando se lo comenté a Francisco me dijo que estaba emocionado exactamente igual. Ambos somos tipos a los que nadie nos ha regalado nada. Hemos tenido mucha suerte de encontrar en nuestra vida a personas con las que hemos podido crecer y aprender y también hemos sufrido palos muy duros. Y aquí estábamos, en el paraíso conseguido por mérito propio.
Estuvimos disfrutando el momento hasta que decidimos ir a tierra, principalmente porque mi amigo Pachi me definió el paraíso como arena blanca, agua turquesa y palmera tumbada en la arena, y allí estaba esa foto y se la quería enviar.
Bajamos el dinghy, fueraborda, etc…e incluso nos bajamos dos Gin Tonics para prevenir el escorbuto por los más de 3 minutos que iba a durar la travesía.
Anduvimos un rato por esa zona, aprovechando que estábamos sólos y ya no había cabecitas y obtuvimos la foto de Pachi. Los que me conocen saben que palo que veo, palo al que me subo (Alba, calla…).
Al volver al barco me dio una de esas de mis voladas típicas. Os explico. Hay un concepto cuando se navega en lancha que es el planeo. Mientras el casco avanza hundido en el agua alcanza una velocidad de digamos 4 nudos. Ambos habíamos comprobado que yendo uno sólo en el dinghy y desplazando el cuerpo hacia delante, había un momento en que el casco se levanta ligéramente del agua y alcanza alrededor de 15 nudos. En varias ocasiones habíamos intentado ir desplazando nuestros cuerpos hacia delante pero nunca habíamos conseguidos el planeo con los dos. Era el día perfecto, mar completamente plano, una ligera brisa que nos impulsaba por popa y suponía una ayuda. Fuimos desplazando poco a poco nuestros cuerpos y con ello el peso hacia adelante hasta que llegó un momento en el que parecía que ya íbamos a planear pero me faltó dinghy en el que sujetarme. El resultado es que me caí y me paso el fueraborda por encima. No entendí muy bien cómo 5 segundos después estaba Francisco también en el agua a mi lado sujeto al cabo de amarrar el dinghy. Mis hermanos dicen que nací con una flor en el culo (perdón por la expresión pero es muy ilustrativa). Ahí estábamos los dos en el agua con varios cortes y hematomas producidos por la hélice del fueraborda pero éste se había parado y nosotros…muertos de risa.
Regresamos al Arabela, contamos todos nuestros miembros y apéndices (varias veces) y una vez comprobado que estaban todos, nos relajamos un rato y preparamos la navegación hacia Boca Chica. Aquí tuve otra de mis ideas brillantes consistente en salir de allí subiendo el fondeo y haciendo la maniobra sólo a vela. Una vez más convencí a Francisco y milagrosamente salió bien. Fuimos capaces de salir de un sitio en el que prácticamente no hay profundidad suficiente, con la única ayuda de las velas y sin un sólo ruído.
Fue una noche genial. Aunque íbamos un poco doloridos, tuvimos un viento que nos permitía hacer la travesía a vela despues de 3 días seguidos a motor.
La entrada a Boca Chica es un poco especial puesto que hay un puerto comercial, una isla y un arrecife todo pegadito. Por lo general, cuando estamos llegando a los sitios, Francisco va al timón pendiente de ir viendo (yo no veo de lejos, y ahora menos, ya que nos dimos cuenta de que mis gafas de sol desaparecieron con la caída y el fueraborda), y yo voy pendiente con el ordenador de ir siguiendo la carta, sonda y de ir marcando rumbos. En este caso había una corriente tan fuerte que el barco apuntaba a una trayectoria distinta a lo que yo veía reflejada en la carta. Poco a poco, con la sonda pitando cuando marcaba menos de 2 metros conseguimos atracar en la gasolinera de la Marina ZarPar en Boca Chica. Inmediatamente apareció alguien con uniforme, indicando que no podíamos tocar tierra hasta que vinieran a revisar el barco y aprovechamos el tiempo repostando. La verdad es que el Arabela se comporta estupendamente ya que estuvimos 3 días completos navegando a motor (lo hacemos con uno sólo ya que consumimos la mitad y vamos tranquilamente a 6,5 nudos) y el consumo fue inferior a 3 litros/hora.
Al rato apareció nuevamente el militar, con dos personas más de paisano, uno de de la armada y otro de narcóticos, que subieron al barco y revisaron todo el barco en profundidad (quizá cuente algo más…cuando hayamos salido del país).
Como en cualquier caso teníamos que pagar el amarre de un día y los trámites se demoraron un montón de horas, optamos por dormir en la marina.
Por la noche salimos a dar una vuelta por Boca Chica, lugar en el que es reconocido por tener un gran ambiente nocturno. Sólo puedo decir que hay un montón de locales con música Bachata a un volumen que impide la sinapsis neuronal. Llevábamos 4 días seguidos en los que yo me duermo en cuanto oigo la música de un capítulo de Juego de Tronos (sobre las 22:00) hasta las 3:00 y entones salgo yo a continuar la guardia y Francisco se va a dormir. Esa noche dormimos como los angelitos que somos hasta las 7:00 en las que teníamos que aprovechar la marea alta para llegar a Marina Makey.
Esto merece explicación aparte. Los Dominicanos son tremendamente solícitos, a veces a cambio de una propina. Todos nos decían que no hay problema en llegar de ZarPar a Makey si se va por el canal (el agua más azul). Además tengo un problema con los colores, para mi es más azul donde se ve clarita en plan azul turquesa que donde se ve casi negra. Si añades que aquí los colores son asul, velde, neglo,…pues ya ves. La realidad es que la carta indica esto:
Los informáticos nos cuestionamos muchas cosas y cuando tenemos dudas hacemos un muestreo preguntando a más gente, eliminamos las asíntotas de la distribución, e intentamos ir por el punto medio. La verdad es que ni la carta ni la razón coincidía con lo que nos decían los del lugar, pero teníamos contratado amarre en la Marina Makey y teníamos que intentar llegar, por lo que muy despacito, sabiendo que íbamos a tener profundidades incompatibles con la navegación, empezamos nuestro camino hacia Makey. Quien dijo miedo!!!
Habíamos ajustado correctamente nuestra sonda estimando que tal y como llevamos de cargado el Arabela tiene un calado de 1,20m. y yendo muy despacito, le preguntamos a un señor al que el agua le venía por debajo de las rodillas si íbamos bien. Lógicamente nos dijo que no, que mejor si nos íbamos hacia el agua asul (otra vez con los asules). Es curioso notar como el barco avanza lento y va chocando contra la arena del fondeo mientras Francisco dice, 1.30, …, 1.10, 0.0, …Jota!!!!!!. Esto sucedió un montón de veces, tirábamos atrás e intentábamos avanzar por otro sitio.
En uno de los momento el barco se quedó clavado contra la arena del fondo, me tiré al agua, más bien me bajé, y vi que me venía por la cintura y el barco estaba plácidamente apoyado en la arena.
Resulta curioso como simplemente apoyando los pies en la arena del fondo y empujando pude separar el barco del fondo y guiar a Francisco a aguas más profundas. Y aquí conseguimos llegar a la Marina. Allí no había nadie esperándonos a pesar de haber avisado varias veces y tampoco teníamos claro dónde íbamos a amarrar. Me lancé al agua, nadando llegué al pantalán y a pulso pude subirme e ir a buscar a alguien que nos echara una mano. Imaginad la cara de la gente del restaurante en la que un tipo completamente empapado y sin zapatos pasa tranquilamente por delante (con un dedo envuelto en cinta aislante).
Me indican el sitio donde tenemos que atracar, lo examino y digo…ahí entre esos dos postes no cabe. Pues no hay otro sitio me contestan. Me veo con la responsabilidad de ir a explicarle a Francisco el sitio donde había que meter el barco por lo que me tiro al agua y nadando llego al barco. Se lo explico y contesta, ¿¿¿ahí????
Soplaba un poco de brisa que hacía que nos fuéramos hacia otro catamarán haciendo imposible meter el barco en el sitio. Optamos por tirar el ancla e intentar con cabos hacerlo desde tierra. Otra vez me tiro al agua para ir con un cabo nadando, y con el cabo en la mano me dirijo al pantalán. Cuando estoy llegando (ya totalmente extenuado) veo que el cabo no llega. Menos mal que un venezolano superamable me deja un cabo suyo que anudamos al mío y continuo nadando hasta el pantalán donde les paso el cabo a las personas que estaban allí.
Intento subir otra vez a pulso, pero ya no tengo fuerzas, menos mal que el venezolano viene corriendo y me echa una mano porque el resto de gente pasa de mi. Intentamos meter el barco tirando del cabo pero era imposible dado el hueco disponible y el viento que hacía.
Al final apareció un tipo pequeñín, al que llaman Merenguito y que es todo un personaje, que bajó un dinghy del barco del venezolano y empujando el Arabela desde un costado conseguimos meter el barco en el amarre justito…justito, entre los postes.
Regalamos unas botellas de vino a todos los que nos habían ayudado y Francisco recibió el comentario de: Ud. no ha comprado la licencia de Patrón!!
Y ya, por fin, nos relajamos sabiendo que vamos a estar unos días amarrados.
Great content! Super high-quality! Keep it up! 🙂
Hola Francis, soy tu prima Patricia. ¡Cómo me gusta verte tan feliz! ¡Qué viaje tan espectacular y qué experiencia tan maravillosa! Incluso a kilómetros de distancia se percibe la buena energía. Disfruten mucho.
Hola pareja,Javier,Francis,soy Isaías,deciros que me queda asombrado de vuestra maravillosa aventura y el pedazo de barco con la que la lleváis acabo, cuanto me gustaría algún día hacer algo similar, aunque soy consciente de que será difícil y vosotros sabéis a lo que me refiero, de momento disfrutaré desde la distancia viviendo la vuestra; me ha encantado conoceros, sois geniales.
n fuerte abrazo para los dos